El clima y la fauna que define a la Serranía de Cuenca han sido factores esenciales en la confección de una gastronomía tradicional que tiene como protagonista el pastoreo de ganado que recorre amplias zonas de toda la provincia. Preparaciones con sabor y llenas de energía que ayudaban a tolerar el frío predominante en los meses de invierno en la Serranía de Cuenca.

La tradición de esta tierra de cocina pastoril ha sabido conquistar los paladares más exigentes convirtiéndose actualmente en emblema de la gastronomía conquense. Entre sus calles empedradas llegarás a la acogedora Plaza Mayor, un espacio ideal para degustar los mejores platos típicos de cuenca; contundentes, sabrosos y de gran calidad.

Además de estos platos, que podríamos decir que son las más típicos, podrás encontrar, caldereta, migas, potajes y elaboraciones con caza mayor, como venado y jabalí. También hay elaboraciones con bacalao o truchas obtenidas de los propios ríos que rodean la ciudad.

Como licor digestivo, Cuenca nos ofrece el resolí (que aunque tenga acento en la “i” se pronuncia como si fuera una palabra llana). Es un licor hecho a base de aguardiente o cazalla, café, especias, caramelo, algo de esencia de naranja y agua. Esta bebida se suele tomar mucho en Semana Santa, mucha gente llama al resolí “la sangre del nazareno”. Cuando comienza la cuaresma en muchas casas se suele preparar el resolí de forma casera, incluso hay hermandades de Semana Santa que organizan concursos para ver quien hace mejor esta bebida.

El resolí se suele vender en muchos formatos, desde petaca de plástico, a garrafa de dos litros, pasando por unos envases de cerámica con forma de Casas colgadas. La graduación de este licor es de 12 grados, pero engaña con su dulzor y las resacas son terribles