Cuando llegamos al aeropuerto, cogimos el coche de alquiler y camino del alojamiento pasamos por un supermercado a hacer la compra antes de llegar a nuestra casita donde nos esperaba nuestra anfitriona, muy servicial y dispuesta... y la casa perfecta, de las más confortables en las que hemos estado.

A 2 minutos en coche de un pequeño pueblo (Stewartstown) con un supermercado SPAR en la gasolinera, un pub donde beber guiness y una carnicería y tienda de comida preparada, donde nos compramos el festín para la noche de fin de año (Lowe Bross - 15-16 The Square, Stewartstown, Dungannon BT71 5HX, Reino Unido)

Nos levantamos sin prisa (recuerda: prisa mata) y nos fuimos hacia Belfast, al Museo del Titánic. Tuvimos suerte porque era un día entre semana y no tuvimos que hacer ninguna cola. Lo más destacable de la visita es que nos subimos en una cabina que, mientras nos explicaba en castellano, nos iba llevando por el simulado interior de la sala de máquinas y calderas del barco. La entrada nos costó unos 30€ por adulto, considero que demasiado... no sé, si volviese no lo repetiría, y eso que no tuvimos que hacer colas.

Después dimos una vuelta por la ciudad y nos fuimos a comer, encontramos un sitio perfecto donde nos zampamos unas hamburguesas descomunales, además, tenían “children's menu”.

En los viajes con miniyo siempre llevamos un termo de sólidos, compramos y le preparo algo en casa (por eso reservamos apartamentos y no hoteles), así siempre llevamos su comida, por lo que pueda pasar...

                

De allí ya nos fuimos hacia casa pues era Nochevieja y teníamos que preparar una cena especial, ya os digo que el día antes habíamos comprado exquisiteces en la tienda - carnicería - comidas preparadas de Stewartstown. Nos comimos las uvas una hora antes ¡¡¡por supuesto!!!

Después de levantarnos y desayunar tranquilamente, iniciamos la ruta empezando por The Dark Hedges. Nos encantó, y eso que llovía a mares y hacía un frío que pelaba. Además, en estas fechas los árboles estaban sin hojas y no había nada verde, sino más bien lleno de barro. Pues chicos, aún así nos encantó y allí vivimos uno de los momentazos del viaje, y para muestra un botón:

De allí nos fuimos hacia la Calzada del Gigante, ¡¡¡impresionante!!!!, otro momentazo. Aquí hicimos las fotos más espectaculares del viaje, perfectas como foto de perfil en cualquier red social. Y eso que hacía un viento y un frío insufribles... Realmente mereció la pena.

                

Consejo: No entréis por el centro de visitantes, sino por el túnel que hay a su derecha, donde está el parking. Por aquí se puede entrar y bajar andando sin ningún problema (son unos 5 minutos andando). Si entráis por el centro de visitantes tenéis que pagar entrada y son unos 15€ por adulto.

Desde aquí nos fuimos hacia el puente de cuerda de Carrick-a-Rede. Lo cierto es que lo vimos desde lejos, bueno, realmente el puente no lo vimos porque sólo lo ponen en verano y como atracción turística, los pescadores ya no lo usan. No lo vimos porque hacía demasiado aire y frío y, además de que llovía, miniyo ya empezaba a quejarse y tenía hambre. No obstante, merece la pena por los acantilados que lo rodean, e imagino que atravesar ese puente debe ser una experiencia inolvidable. Es una de las cosas por las que volvería a repetir esta ruta (y por el sendero de los Gobbins que tampoco lo vimos porque miniyo aún no mide 1,20cm).

En el propio pueblecito donde está el puente paramos a comer y fue todo un acierto, puesto que disfrutamos de la mejor comida del viaje: unos fish and chips de escándalo, un browni como nunca habíamos probado y mi chati se pidió un café irlandés de los auténticos, “de los que quitan el sentío”. (The Fullerton Arms - 22 Main St, Ballintoy, Ballycastle BT54 6LX, Reino Unido).

                    

Y de ahí nos fuimos a ver el Castillo de Dunluce, llegamos más tarde de las 16,00h, con lo cual ya estaba cerrado, así que nos tuvimos que conformar con verlo desde la valla de fuera. Hubiese estado bien podernos acercar pues los acantilados que se veían a lo lejos eran espectaculares, pero... otra vez será. 

Asía que aprovechamos para estirar las piernas y volvimos hacia casa (no son antes tomarnos unas guiness en el pub del pueblo).

Nos levantamos sin prisa y nos fuimos hacia Derry-Londonderry, nos planteamos acercarnos al Condado de Sligo, pero vimos que eran demasiadas horas de carretera, así que decidimos visitar la ciudad, comer tranquilamente y hacer algo de shopping.

                                

El avión salía por la tarde, así que nos daba tiempo a aprovechar la mañana del último día. Finalmente decidimos ir al zoo, no lo teníamos muy claro porque llovía a cántaros, pero se lo habíamos prometido a miniyo. No nos arrepentimos, seguro que yendo con el sol fuera hubiésemos disfrutado más y visto más animales, pero... estábamos en Irlanda y muy mentalizados para el clima.

Aún así vimos focas, osos, jirafas, monos, aves de todo tipo, antílopes, puercoespines y un largo etc, lo más llamativo: los leones ¡¡¡a un palmo de nosotros!!! a través de un cristal, eso sí, pero no creo que podamos volver a ver un león tan cerca en nuestra vida. Tremendamente grande. Espectacular.

A la salida comimos en un pizza-hut, nos pusimos las botas (era un self-service) y de allí al aeropuerto, a devolver el coche (sin ningún problema) y a la terminal.

Consejo: cuando alquiles un coche coge siempre todos los seguros posibles, haz un vídeo antes de llevártelo y revísalo junto al revisor de la compañía. Cuando lo devuelvas vuelve a revisarlo con el revisor, ¡¡ni se te ocurra dejarlo sin que lo vuelvan a revisar delante de tí!!!. Esto lo hemos aprendido tras muy malas experiencias. Una vez nos cobraron 90 € por las alfombrillas traseras, ¡¡siendo dos pasajeros y sin haber subido en ningún momento en los asientos de atrás!!, no teníamos vídeo, no lo habíamos revisado y no lo revisaron tampoco al devolverlo, vimos el extracto en la cuenta unas semanas después... Nunca conseguimos que nos lo devolvieran, pero aprendimos mucho, por supuesto. La compañía fue Hertz.